OLULA DEL RÍO
Comarca

ALBOX:
“Nuestros Escritores: DIEGO GRANADOS”

“Homenaje al Río Almanzora”


Instituto de Estudios Almerienses
Pilar Muñoz Quirosa-Cheyrouze

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Diego nació en Albox en 1.915 y fue escritor y maestro. También murió en su pueblo en el año 2.002.
Fundó el Seminario de la Cultura y del Centro de Estudios del Almanzora. Junto a D. Martín García Ramos creó el Grupo Cultural Batarro y la revista del mismo nombre, cuya segunda época data de 1.989 y se prolonga hasta el día de hoy con la dirección de escritores, críticos y profesores: Pedro M. Domene, José Antonio Sáez, Pedro Felipe Granados, Jerónimo López Fernández…
En 1.976, asesorado por el escritor accitano Antonio Enrique, realiza el I Congreso de Escritores Andaluces, celebrado el 26 y 29 de agosto, un tiempo de transición democrática en España, de amplia resonancia a nivel nacional, así como abriendo fronteras en gran parte de países hispanoamericanos.
Miembro del Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación Provincial
Su obra en prosa se compone de los libros: “Análisis de una tragedia” “Sobre las inundaciones de Albox” “19 de Abril de 1.973” (Murcia 1.974); “Un alma de Dios” (Almería 1.980); “El tributo del héroe y otros cuentos (Almería 1.995).
En poesía: Romance en ocre” (Selección)
(Madrid 1.980); “Ocho sonetos (Cádiz 1.985); “Poemas de la noche” (Málaga 1989); “Crepúsculo del hombre” (Cádiz 1.996); “Del sentimiento trágico de Andalucía”. “Tratado poético” (Almería 1.997); “El barquito de papel” (Madrid 2.002), etc.
Su obra ha sido recogida en numerosas antologías literarias a lo largo de los últimos treinta años.
En el año 2.000 el Grupo Batarro publica la revista del mismo nombre, “El aliento del agua” (Vida y literatura en Diego Granados), una edición de José Antonio Sáez y Jerónimo López, conteniendo homenaje poético, ensayos críticos y semblanzas. El Ayuntamiento de Albox reconoció, en vida, su importante labor cultural otorgando el nombre del escritor a la calle en que vivió. Tras su fallecimiento, el Instituto de Estudios Almerienses le dedicó un cálido homenaje (27-06-2.003).
En la obra “Sesenta y un sonetos” (2.002) recoge este poema que describe el recorrido del río Almanzora desde su nacimiento en Alcóntar, hasta su desembocadura, en Villaricos. Aprovecha para fotografiar, con bellas imágenes, el paisaje que envuelve a los numerosos pueblos de su cuenca. Un paisaje interiorizado, lleno de emoción y pleno de belleza literaria.


                             “AL RÍO ALMANZORA”
Alcóntar le da vida y, con sus brazos, Serón borda un escudo en sus pañales
-el color de ocre y rojos minerales,
de cansancio y sudor sus firmes trazos-
En Tíjola desborda los ribazos
Y recibe al correr por los bancales
el vino, hecho sangre en sus parrales,
y el pan que se hace carne en sus abrazos.
Armuña es como un canto de sirena
y, a punto de caer en la emboscada
del meandro, resbala por la arena
impaciente, buscando la escapada
los huertos más sensuales de Purchena,
también de nuestro río enamora.
Plenitud de caudal y recorrido
se ciñen hechos greda, a su cintura.
Da su nombre y corteja con finura
-amor de paso- a Olula atrevido,
y a la grupa de un junco florecido
-un guijarro en la hierba lo murmura-
la lleva, seductor, a la espesura
de un remanso frondoso y escondido
donde el mármol y espuma son volutas
que arropan de su orgasmo la victoria.
Sosegado, por fin, busca las rutas
que jalona en la arena su memoria,
y en un cañaveral buscando frutas
tropieza, sin sorpresa, con Cantoria.
Festonea Arboleas su costado
de taray, baladre y limonero,
y apenas si es ya agua en el reguero
de un lecho de pedruscos, desolado,
aquel caudal salvaje enamorado
de la espuma y del mármol, caballero
en brioso corcel caracolero
por un campo de arenas, azulado.
Y Zurgena es un hermoso empeño
de hacerle presentir la primavera,
lo duerme; y alfombrado en el ensueño,
que humedece de verde tu ladera,
se destrenza en murmullos y, risueño,
se enrosca hecho un oasis en Overa.
Parece que esta vez todo va en serio.
Vencido su caudal por la sequía,
balizan los cipreses su agonía
camino de un acuoso cementerio.
¿Qué ha quedado en su arena del misterio
que en espuma de mármol florecía?
¿Qué ha quedado de su etimología
que hablaba de turbantes y de imperio?
Su barro ya es cerámica caliente
que espera un golpe para hacerse añicos.
Quiere hacer una cruz sobre su frente
a la sombra secular de Los Tres Picos;
dona a Cuevas su nombre y, mansamente,
se dispone a morir en Villaricos.




Juan Sánchez-MARZO-2.016