OLULA DEL RÍO
Comarca

ALMANZORA:
“Cuando en la Comarca hacía frío”

La Voz de Almería
MANUEL LEÓN
21 de febrero de 2.016


(Adaptación de Juan Sánchez)
Cuando en El Almanzora y en Los Filabres hacía frío, a los niños nos salían sabañones en las manos e íbamos con orejeras a la escuela. Se nos permitía, según lugares, acudir a la escuela con una especie de anafre con ascuas sacadas de las chimeneas del hogar para hacer más llevadero el riguroso invierno. Estos anafres eran simplemente latas grandes vacías donde se colocaban las ascuas y mediante un alambre que hacía de asa eran fácilmente transportables. Así en la escuela estábamos calentitos.
Las sábanas congeladas de los ancianos se calentaban con agua caliente y en el hogar crepitaban las brasas que se formaban en las chimeneas con la leña que previamente se había recolectado en otoño. No había calefacción así que cuando te acercabas al calor del hogar, te quemabas por delante y te helabas por detrás. Así que tenías que ir girando en torno al fuego para poder calentar tu gélido cuerpo especialmente cuando nevaba y habías estado toda la mañana jugando con la nieve. A veces no sentíamos ni las manos y al entrar en calor dolían sobremanera.
El río y barrancos bajaban repletos del precioso y vital líquido. El agua bajaba del deshielo limpia y fresquita. ¡Y potable! Me encantaba. Además con la nieve hacíamos helados de limón a base de azúcar, ácido cítrico y agua dentro de un recipiente cilíndrico y metálico de paredes finas como ollas de porcelana que friccionándolas por fuera con la nieve finalmente se convertía en rico helado de limón. ¡Mira tú! Tomando helado cuando la temperatura exterior rondaba los cero grados.
El río Almanzora recogía todos los riachuelos de su cuenca y su caudal era tal que para cruzar de un lado a otro se improvisaban unas pasarelas a base de atravesar varios álamos más largos de las alamedas. Se colocaban (los álamos) unidos unos a otros con cuerdas y encima se ponían hierbas para que se cerraran los intersticios. Finalmente sobre el entramado se echaba tierra y el cruce del río estaba solucionado. Recordar que el puente que une Olula-Macael se hizo con posterioridad a lo que aquí escribo.
Cuando el río bajaba bravo arramblaba con estas endebles infraestructuras y nuevamente había que volver a hacer las pasarelas.
Se dice que en cierta ocasión que el vecino Cantoria el abogado Carlos Pérez Burillo y su hijo Epifanio habían quedado atrapados dentro del coche por el hielo cuando se dirigían a las Menas de Serón.
También se cuenta que por esos años había en Macael un señor apodado Paco “El Tilo” que desafiaba el frío bañándose a diario en una balsa gélida de hasta 5 grados bajo cero, y que ni corto ni perezoso, cuando cuajaba, rompía el hielo a pedradas para zambullirse como un Sansón de los Filabres.
Y en Vera en el año 27 del Siglo pasado hay una referencia de un tal Manuel Ruiz Cruzado especialista en hacer muñecos de nieve con palos y zanahorias.
Saliendo de la Comarca y acercándonos a María-la “Rusa” de Los Vélez, donde no se recordaba un invierno que no nevara y que la temperatura con mucha frecuencia rondaba los 10 grados bajo cero. Cuentan los viejos del lugar que un invierno fue tan crudo que las cabras y ovejas se comieron las albardas de los caballos porque la hierba llevaba casi un mes oculta bajo la nieve. Hasta el Canónigo del Obispo pidió clemencia a la Iglesia para no colocarse la sotana en los días más crueles de aquel invierno.
Otra consecuencia positiva de los rigurosos inviernos es que las luchas en ambos lados del Río Almanzora entre críos de Olula y Macael creaban un armisticio no pactado ni escrito y se suspendían las peleas a pedradas desde ambos lados hasta la próxima primavera.
En fin, que estos hechos justifican a los escépticos que en no mucho espacio de tiempo, el clima de nuestra Comarca ha cambiado y desgraciadamente aún continúa degradándose de manera irreversible. ¿Llegaremos pronto a ser el desierto del Almanzora y Filabres? Tiempo al tiempo.



Juan Sánchez-MARZO-2.016