OLULA DEL RÍO
Comarca
Olula del Río:
“LA NOCHE DE LOS COHETES LOCOS”

• Olula del Río celebra la fiesta de las carretillas, una tradición centenaria declarada de interés turístico por la Junta de Andalucía.

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En Olula del Río, huelga decirlo, no inventaron la pólvora. Pero, sin embargo sí es uno de los lugares en los que mejor uso se hace de un hallazgo tan tristemente ligado en demasiadas ocasiones a la crueldad bélica.
Son las diez menos cuarto de la noche del 19 de enero. El calendario recuerda la víspera de la festividad de San Sebastian y las campanas de la iglesia de este municipio del interior almeriense repican a modo de advertencia. El tercer y último toque -el toque de queda para los más cautos- será a las diez en punto. A partir de ese momento se abre la veda de la pólvora. Todo aquel que se atreva a lanzarse a la calle será responsable de su propia integridad.
Hasta bien avanzada la madrugada, las calles de Olula del Río se iluminan con la nerviosa y veloz trayectoria de las carretillas, unos cartuchos de pólvora prensada que muchos conocen ya como “los cohetes locos sin rabo”, definición que alude al imprevisible recorrido de las carretillas que carecen de un cabo que prender.
La fiesta empieza en la plaza del pueblo. Allí se van concentrando los carretilleros todos perfectamente ataviados para la ocasión. Pasamontañas, gafas, guantes, monos de azul currante o el uniforme de la mili, son prendas indispensables para evitar un mal encuentro con las chispas ardientes que desprenden las carretillas en su alocada trayectoria. Amén del ropaje especial, es preciso también ajustar las prendas con cinta aislante para evitar que cualquier carretilla se pueda introducir entre las ropas. Pese a todo, siempre hay percances. Protección Civil y Policía Local guardan el desfile de accidentados: el año pasado fueron 48 (Año 1.998) las personas atendidas por quemaduras, contusiones y comas etílicos. Y es que la juerga de la pólvora acoge como propia la acepción de desenfreno.
Muchos de los que, al tercer toque de campanas, van llegando a la plaza ocupan una de sus manos en arrastrar el “Talín” -una especie de caja ignífuga en la que se custodian las carretillas- y la otra para lleva la botella espiritual que calienta el cuerpo con la misma efectividad que la pólvora impone su olor. El particular e intenso aroma de la pólvora quemada se une a la nebulosa blanca del humo que, junto a la impresionante luminosidad que se apodera de todo el municipio, se convierte en un espectáculo al que resulta imposible sustraerse.
Aunque es difícil localizar en el tiempo el origen de esta fiesta que rinde honor a San Sebastian y a San Ildefonso, las primeras noticias de la tradición se remontan al año 1.605. Fueron los primeros repobladores de Olula del Río, en su mayoría gentes llegadas del Levante español, los que introdujeron en esta zona de la provincia almeriense su afición por la pólvora.
Se asegura desde fuentes municipales que esta fiesta no se ha abandonado ningún año y se congratula de la cada vez mayor incorporación de mujeres que, ajenas al temor, dan aún más sabor a la fiesta de las carretillas.
La cantera de Olula, pueblo enclavado en plena Comarca del Mármol, está asegurada. Sólo el viernes, primero de los tres días de fiesta, fueron 160 los chavales que, un par de horas antes de que se desatara el jolgorio de los mayores, hicieron gala de su afición pirotécnica lanzando muchísimas carretillas infantiles adecuadas a su edad
Los mayores prenderán fuego a más de 8.000 docenas de carretillas. Convertirán hasta la mañana siguiente las calles de Olula en un incesante chisporrotear multiluminoso, sólo apto para atrevidos. El curioso despistado, siempre que no sea especialmente aprensivo, podrá disfrutar de un espectáculo pirotécnico inigualable. Sólo es preciso permanecer inmóvil cuando alguno de los cartuchos de pólvora se aproxima y te rodea. Si te mueves, las corrientes de aire hacen que la carretilla siga tu itinerario. Así que quédate quieto y ella seguirá otra trayectoria.


Juan Sánchez-ENERO-2.016