domingo, 28 de diciembre de 2014

"EL ALMANZORA FINALES DEL SIGLO XIX"

                                                          OLULA DEL RÍO
                                                               Comarca

                              “EL VALLE DEL ALMANZORA A FINALES DEL SIGLO XIX”



La situación de las gentes del Valle del Almanzora durante el último tercio del Siglo XIX, es una tierra sin esperanzas, una tierra sin ningún contacto con la civilización, donde como mucho se aspira a poder ser colono de algún hacendado local. Se había agotado la minería de las Herrerías y de Sierra Almagrera por la caída de los precios del plomo y por la gran depresión del precio del cereal junto a una pertinaz sequía. Sólo quedaba el emigrar a tierras africanas, a Orán, a cubrir la incipiente demanda minera de esas extrañas y lejanas tierras.

El Valle del Almanzora, por su orografía, había sido relegado a un olvido donde la vida circulaba en torno a una economía de subsistencia y sus productos apenas cubrían las necesidades de su mercado interior. Toda esta gente de carácter agrícola o minera, con sus alpargatas y esparteñas, con sus blusas roídas, pantalón hasta la rodilla y sombrero para cubrirles del sol, en definitiva poco acostumbradas a cualquier signo de civilización, poco o casi nada les importaba las miradas de algún viajero romántico europeo contemplando ese exotismo. No teníamos ni un solo trozo de ferrocarril y las carreteras que habían eran muy escasas y de pésima calidad. Por esas fechas se construyó el camino entre Huércal Overa y Baza ya que hasta entonces sólo se disponía en el Almanzora, como artería principal, el camino real, un camino estrecho y tortuoso que apenas entre sus pitas alcanzaba para pasar una bestia con su carga.

A este cuadro de miseria y atraso se le vino a sumar la visita una vez más de catastróficas inundaciones concretamente el día 14 de octubre de 1.879 en todo el Valle del Almanzora. Según el diario “El Globo” de Madrid del 22 de octubre:

“…a pesar de no tener noticias exactas de los pueblos de Albox, Cantoria, Fines, Olula, Purchena, etc. se sabe que pasan ya de 100 víctimas que hay que lamentar en este valle…”, finalmente serían algo más de 40. Estudios de esa época indicaron, sin el rigor de los medios de hoy en día, que habían caído unos 600 litros en una hora lo que sería la cifra más importante del milenio.

Los hombres eran demasiados para las tareas y la faena que había que realizar. Mataban el día entre hacer el trabajo del campo, muchas de ellas de dudosísima rentabilidad. También se picaba mucho esparto y se elaboraba pleita. Sólo en contadas fechas del año apretaba la faena, por la siega o la trilla, la siembra y recogida de papas o la oliva, y para ello tiraban de las mujeres y hasta de los niños.

Las mujeres, con quehaceres más metódicos, se encargaban de los animales, de ir a la tienda, del agua y de la ropa y de procurar llenar el puchero. También vendían lo que producían en casa: huevos, conejos, aceite, pan…

La falta de calidad en el agua provocaría el desarrollo de enfermedades como las fiebres tifoideas, gastroenteritis, cólera. Las condiciones de trabajo duras haríane subir espectacularmente las causas de muertes por afecciones respiratorias, pulmonías, tuberculosis. Enfermedades típicas y perfectamente tratables hoy, tuvieron en el siglo XIX una virulencia especial, caso del sarampión, la gripe, la tisis.

La falta de higiene personal se constituiría en un importante caldo de cultivo para las enfermedades infecciosas, como la viruela, la difteria, la escarlatina, las fiebres.

Podemos asegurar que cualquier tiempo pasado no fue mejor.



Juan Sánchez 2.014

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